Cuando estaba en la escuela primaria jugaba juegos de pelota en el recreo. Dos capitanes de pie miraban a un grupo de unos quince de nosotros para decidir quien estará en su equipo. Cada uno de ellos se turnaban escogiendo quien pensaban era el mejor jugador (o que les caía mejor). “¡Tu no… Tu no … Sí, tú!”

¡Si no se te elegían desde el principio te ponías bien nervioso! ¿Qué pasa si me escogen al último? ¿Qué pasa si no me escogen?

Es muy doloroso no ser deseado. Probablemente todos hemos sentimos ser rechazados en un equipo, club u otra situación de grupo. Sin duda, a veces todos hemos sentido rechazo por amigos o familiares. Tal vez también por Dios. Esta es la experiencia más dolorosa en la vida. Muchas personas nos han contado a Kristi y a mí sobre este tipo de sufrimiento. Es doloroso porque se sienten desconectados de Dios o como si Dios no los amase.

Para muchos de nosotros esas emociones de ser deseado o rechazado tienen raíces profundas que se remontan a las primeras heridas de la infancia al experimentar un apego inseguro.

Fui rechazado en la mesa de la comunión

A veces voy a los monasterios para retiros espirituales y cuando lo hago siempre voy a algunos de los servicios de oración con los monjes a orar los Salmos con ellos. De vez en cuando, también he ido a la misa. Una vez que estuve en una misa y cuando llegó el momento de la comunión, subí a la parte delantera con todos los demás y cuando llegue con el sacerdote sabía por su expresión de desaprobación (y un letrero que leí antes del servicio) que no estaba bien para mí como cristiano protestante recibir el cuerpo y la sangre de Cristo, así que pase a través de la línea. El sacerdote me dio una bendición, pero no me sentí bendecido.

Me sentí rechazada en la mesa de la comunión. El hombre que representa a Dios no me aceptó. Yo no fui elegido. Por supuesto, en la mente comprendí la teología y yo sabía que no estaba siendo rechazado en realidad, al menos no por Dios. Pero me sentía excluido de lo más destacado del servicio. Esa fue la última vez que fui a una misa católica. A través de los años he observado restricciones teológicas similares de algunos diversos pastores cristianos evangélicos.

Yo pienso que esto está mal. Jesús murió para cualquier persona que se acerca a Dios por misericordia. Cualquier persona. No importa su religión, denominación, si es miembro de la iglesia o los pecados que has cometido. Lo que importa es que se llega a la mesa de la comunión de gracia en común con los demás seguidores de Cristo y con un corazón sincero que está confiando en Cristo para ser salvos de sus pecados. (Véase 1 Corintios 11:17-34)

Recientemente, he re experimentado esos sentimientos de ser separado de la comida eucarística por la que estoy tan hambriento. Kristi y yo estábamos en nuestra iglesia local y fuimos a la mesa de la comunión juntos, pero no había letrero “sin gluten” en esta mesa, como siempre. Ya que tengo la enfermedad celíacs, no puedo comer pan normal sin enfermarse Me alejé sintiéndome muy triste.

¡Aceptado por Cristo!

Sabía que era simplemente un descuido. De hecho, un par de años antes de nuestra iglesia había empezado a ofrecer comunión sin gluten pensando en mi ¡me sentí tan amado! Así que en esta mañana encontré a un ujier, pero él no sabía nada de elementos libres de gluten. Así que me quedé en la parte posterior y adorare a Dios con el resto de la comunidad, mientras Kristi participó en la comunión. Luego, sin mi conocimiento, se deslizó de nuevo en la cocina y encontró el pan de comunión sin gluten y se acercó a mí con una sonrisa: “Bill, este es el cuerpo de Cristo, roto para tu sanidad… Esta es la sangre de Cristo, derramada para el perdón de sus pecados…” (Esta bendición se inspira en las palabras de Jesús en Mateo 26:26-28.)

¡Me sentí tan amado y querido por Kristi y por Dios!

¡Yo deseo que tú creas en tu corazón que Jesús te quiere en su equipo “A”! ¡Él murió por ti! ¡Sus brazos están abiertos para ti en la cruz y resucitó de entre los muertos y ahora está en el Espíritu con sus brazos abiertos para recibirte a la mesa de la comunión. ¡Vea a Jesús con humildad y no encontrará un ceño de juicio en su cara! ¡Recibirá abundante gracia para ayudarle en su momento de necesidad (Hebreos 4:16)

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