Es fácil para nosotros estar asombrados por Jesús. La gente siempre se han asombrado con él hasta que otra cosa les cautiva su atención.

Esa es la forma en que fue hace 2.000 años, cuando nació Jesús. Los ángeles aparecieron en el cielo a los pastores, irradiando la gloria de Dios y cantando sus alabanzas. Anunciaron que el Mesías, el Salvador del mundo, nació y que lo podían encontrar en la pequeña ciudad de Belén, acostado en un pesebre. ¿Los ángeles aparecen a humildes pastores? ¡El Salvador nacido en un establo! ¡Qué historia tan increíble!

Cuando los pastores encontraron al Salvador recién nacido “corrieron la voz acerca de lo que les habían dicho acerca de este niño, y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les dijeron,” dice Lucas. Pero luego añade el contraste, “Pero María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc. 2:18-19).

María era la más asombrada y eligió deleitarse en el Señor y pensar profundamente acerca de él.

Nos guste entretenernos

Una y otra vez durante el ministerio público de Jesús multitudes de personas fueron asombradas por él. ¡Historias inspiradoras, sus milagros, bravo! ¡Bravo! ¡Hazlo de nuevo Jesús! Por supuesto, también amamos a Jesús que levanta nuestro espíritu y hace grandes cosas por nosotros.

Pero si el estar asombrado por Jesús no nos lleva rápidamente a meditar y deleitarnos en el Señor, entonces en poco tiempo vamos a encontrarnos a alguien o algo más para entretenernos, como paso en ese tiempo solo menos unos pocos cientos de los miles de personas que estaban asombrados por Jesús en su día. Sucede tan sutilmente.

A mí me pasó hoy.

Entre mis citas con los pastores tuve un breve receso. Yo había estado escuchándolos ya por bastante tiempo y quería descansar. Yo pensé: ¿Me pregunto si los Lakers (mi equipo favorito de baloncesto) han hecho un cambio de jugadores?” Así que me registré en línea y empecé a leer artículos. Diez minutos más tarde me di cuenta, “Esto es un entretenimiento vacío. Es sólo una curiosidad tonta. ¿Por qué estoy perdiendo el tiempo haciendo esto?”

Vamos a deleitarnos en el Señor Jesús

En lugar de eso empecé a leer y orar sobre una sección del libro la Imitación de Cristo. Empecé a atesorar a Cristo resucitado en medio de mí y reflexionar sobre lo que él me estaba enseñando… “Él restaura mi alma” (Salmo 23:3).

¡Gracias Padre Dios por llamar nuestra atención a Jesús! Gracias por responder a mi oración de esta mañana que deseo vivir con la actitud de María. Que sea cada vez más cierto para mí y para mis amigos que leen esto ahora, que vivamos asombrados y estemos cautivados por Jesús y sigamos pensando en él todo el día.

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