Con perspectivas del pastor Joe Johnson de Heart of the Father Ministries (Ministerios Corazón del Padre)*

Kristi y yo tuvimos la fortuna de recibir instrucción en el ministerio de sanidad y liberación en la universidad. Muchos pastores, consejeros, y ministros laicos cristianos hoy día no han recibido esta capacitación, y por eso no saben usar la autoridad que Jesús les dio para orar con fe para que Dios sane a los que están enfermos, oprimidos por Satanás, o sufriendo. Todo discípulo de Jesús puede ser equipado y capacitado con el poder de Dios para el ministerio de la oración de sanidad.

En vez de ungir a los enfermos con aceite, ministrar la imposición de manos, y orar con valor por su sanidad (cómo lo enseña Santiago 5:13-16) quizás nos hallemos orando, “Señor, si es tu voluntad, por favor sana a mi amigo.” Pero cuando dos amigos de Kristi y míos fueron diagnosticados con cáncer de etapa cuatro querían ser sanados, entonces impusimos manos sobre ellos, los ungimos con aceite, y oramos para que sean sanados. ¡Y Dios los sanó a través de una combinación de oración y medicina!

Kristi y yo estamos en la foto de arriba orando por una pareja de liderazgo que ministran en México. Por muchos años hemos orado regularmente por la sanidad de enfermedades, dolores de cabeza, dolor de espalda, dolor de nervios, y todo tipo de condiciones médicas por nuestra familia, amigos, y por las personas a quienes les ministramos. Similarmente, oramos en el poderoso nombre de Jesús por la provisión y sabiduría de Dios en muchas otras situaciones de necesidad. A veces vemos la intervención sobrenatural de Dios y en otras ocasiones no la vemos. Pero así es como oramos por las necesidades ¡porque es la manera bondadosa y amorosa de orar!

En ocasiones, discernimos que no es amoroso orar por una sanidad milagrosa, pero igual podemos orar por una manifestación de la presencia, cuidado, y sabiduría amorosa de Dios.

La sanidad de cuerpos y corazones son ministerios relacionados al cuidado cristiano del alma. La sanidad física quizás parezca ser algo separado al cuidado del alma pero no lo es. Nuestras almas están encarnadas. Nuestro cuerpo, mente, corazón, alma, y relaciones son aspectos funcionales de nuestra persona entera y necesitan la ayuda y sanidad de Dios (Marcos 12:30-31; 1 Tesalonicenses 5:23).

El ministerio de sanidad en el Nuevo Testamento

¡Casi un quinto de los versículos en los evangelios están dedicados al ministerio de Jesús de sanidad sobrenatural y liberación! Once veces los evangelios registran que Jesús sanó a todos los que estaban presentes. Treinta y un veces los evangelios registran a Jesús sanando o liberando a un individuo de una enfermedad. En ambas de estas tabulaciones no estamos contando referencias múltiples entre los cuatro evangelios del mismo evento. (Véase “31 Sanidades Individuales de Jesucristo”[31 Individual Healings of Jesus Christ”] en StrongInFaith.org.)

Según Mateo, Jesús tenía un ministerio triple de predicar (anunciar) el evangelio, sanar a los enfermos, y enseñar (Mateo 4:23, 9:35). Note que la sanidad está entre la evangelización y el discipulado. Cuando Dios sana a alguien físicamente o realiza alguna otra obra sobrenatural de gracia en su vida personal o relacional, él está manifestando la realidad de su reino de luz y amor. Y la sanidad puede ayudar nuestro discipulado de Cristo.

Jesús autorizó a sus primeros discípulos a expulsar fuera espíritus inmundos y a sanar toda enfermedad y dolencia (Mateo 10:1). Similarmente, el comisionó a su grupo más grande de 72 discípulos a sanar a los enfermos para demostrarles a las personas que el reino de Dios ya estaba cerca de ellos (Lucas 10:9). Sanar a los enfermos está en la Gran Comisión de Jesús para todos sus discípulos, como les dijo a los Doce “enseñándoles [a los nuevos aprendices] a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mateo 28:20; véase también Marcos 16:15-18). En el Libro de Hechos vemos que la sanidad de los enfermos y quebrantados es una práctica normal de la Iglesia.

Sin embargo, a la misma vez sigue siendo cierto que “el mundo entero está bajo el control del maligno” (1 Juan 5:19). En esta vida en la tierra podemos “[experimentar] la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero” (Heb. 6:5). En esta era no siempre experimentamos sanidad aunque oramos con fe y buscamos vivir en la realidad espiritual del Reino de Dios. A veces hasta Jesús no pudo sanar a los enfermos porque ellos no tenían fe en Dios (Marcos 6:4-5). A veces se iba de ciudades donde la gente quería más ministerio de parte de él, pero el padre lo estaba llamando que vaya a otra ciudad (Marcos 1:37-38).

Aclarando ideas equivocadas del ministerio de sanidad

Para experimentar la sanidad del Señor o ministrársela a otros debemos comprender lo que la Biblia enseña. Tenemos que desaprender algunas creencias comunes falsas que minan el ministerio sobrenatural del Espíritu Santo. En general no vemos a Dios hacer milagros en nuestras vidas cuando no esperamos que los haga.

“La sanidad es un ministerio secundario”

Algunos cristianos no les parece que el evangelio enfatice el ministerio de sanidad de Cristo; lo dejan a un lado y solo se concentran en sus ministerios de evangelismo y discipulado, las otras dos prioridades en el ministerio triple de Cristo. Pero la sanidad es parte de la expiación que Cristo realizó a través de la cruz y su resurrección. Por sus llagas somos sanados, profetizó Isaías (53:5). Pedro también declara que somos sanados por sus heridas (1 Peter 2:24).

Pero la sanidad no es universal para los que la buscan de Cristo de la misma manera que el perdón de pecados es.

“La sanidad era para el pasado, no para hoy”

Otros cristianos creen que la sanidad física era para los tiempos de la Biblia, pero no para ahora. Dicen que estamos en otro dispensación del Espíritu. Estas personas creen que los dones sobrenaturales del Espíritu Santo en 1 Corintios 12, como la sanidad y el poder milagroso, dejaron de ocurrir en el primer siglo.

¡Pero Jesucristo ha resucitado de la muerte! Está vivo y trabajando en nuestro medio en este momento. La mayoría de las cosas maravillosas que está haciendo a todo el alrededor de nuestros cuerpos y dentro de nuestros cuerpos en este momento son cosas de las que todavía no nos percatamos. El mismo Señor Jesús que sanó a los enfermos, caminó sobre las aguas y resucitó de la muerte está activo en nuestras vidas. El está haciendo o puede hacer hoy en su ciudad el tipo de cosas que hizo en Capernaúm hace dos mil años atrás. La Biblia nos asegura que “Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y para siempre”(Hebreos 13:8).

Jesús dijo que haríamos obras aun mayores a las que él hizo en la Biblia (Juan 14:12), y dada la naturaleza asombrosa de sus milagros, ¡es difícil de creer! Pero se convierte en una realidad obvia desde nuestro punto de vista de hoy cuando se pone a pensar en el poder del Espíritu Santo difundido entro millones de discípulos de Jesús a través de muchos siglos. ¡Ha habido un sinfín de milagros asombrosos realizados en el nombre de Jesús alrededor del mundo en los últimos dos mil años! Ocurren más comúnmente entre los pobres y en los países del tercer mundo, quizás porque están mas abiertos al mundo espiritual, al evangelio de Cristo, y a la sanidad divina.

Al descartar la sanidad sobrenatural de nuestro mundo actual, los cristianos dispensacionalistas parecen incorporar un aspecto del humanismo secular. El materialista secular desmiente el mundo invisible y espiritual. El “pensamiento científico” a veces se convierte en esto. Solo confiamos en lo que podemos ver con los ojos físicos o podemos comprobar por la lógica humana. Para algunos, el cristianismo se convierte en algo tan racional y tan vinculado a las doctrinas o teorías humanas que la realidad espiritual y lo sobrenatural son muy desechados.

“No podemos imitar el ministerio de sanidad de Jesús”

Algunos cristianos dicen que no lo podemos imitar a Jesús, ya que después de todo, ¡es el Hijo de Dios! Está sin pecado y tiene una fe perfecta, una sumisión perfecta al Padre. Es cierto que solo Cristo Jesús es perfecto y que es el único Hijo de Dios. Pero la Biblia testifica repetidas veces que Jesús es completamente humano, además de ser completamente Dios. Citando el antiguo himno de la iglesia del tiempo de los apóstoles (Filipenses 2:6-11), muchos estudiosos cristianos de la Biblia creen que de una forma mística el Hijo de Dios se vació de sus privilegios como Dios (su “kenosis”), se limitó a la naturaleza humana, y no utilizó sus atributos divinos cuando andaba sobre la tierra.

¡Imitarlo a Jesús en todo lo posible es lo más importante que podemos hacer! Sin embargo, no podemos ser exitosos en esto a menos que internalicemos y dependamos del Espíritu de Jesús por fe en la gracia de Dios para nosotros a través de darnos a Cristo. Solamente Dios nos hace justos, sabe lo que es mejor, nos ama verdaderamente, y puede sanar a los enfermos.

Si lee los evangelios cuidadosamente, parece ser que hasta Jesús ¡no podía sanar por su propio poder! La Biblia dice que Jesús sanaba a los enfermos en dependencia del Espíritu Santo (Lucas 4:14-21; Hechos 10:38). Incluso, Jesús insistía que no hacía nada por su propia cuenta, pero siempre actuaba en sintonía con Dios el Padre (Juan 5:19). Jack Deere dice en Sorprendido por el Poder del Espíritu Santo que “tanto Lucas como Jesús dejaron absolutamente claro que la fuente de poder en el ministerio de Jesús no fue su deidad, pero su dependencia del Espíritu Santo

Algunos estudiosos de la Biblia no están de acuerdo con este punto de vista, pero no pueden refutar el hecho de que Jesús comisionó a sus seguidores a seguir llevando a cabo su ministerio de sanidad y que la Biblia los muestra haciendo exactamente eso.

Sin embargo, tal vez es cierto que algunos de los milagros de Jesús tales como convertir el agua en vino, calmar la tormenta, caminar sobre las aguas, alimentar a miles de personas al hacer pan de la oración, o resucitar a Lázaro de estar muerto en la tumba por cuatro días, no son repetibles por los cristianos en el día de hoy. Quizás Jesús realizó estos milagros por su deidad o tal vez su fe era perfecta o quizás Dios hizo estos milagros para mostrarnos la gloria del Hijo de Dios e inspirarnos a confiar en él para el perdón de nuestros pecados y vida divina por la eternidad.

Determinismo divino

Otros cristianos sostienen la doctrina de la soberanía de Dios de una forma que disminuye o hasta elimina la responsabilidad humana. Esto es llamado determinismo divino o híper calvinismo (por el gran reformador Juan Calvino que enfatizaba mucho la soberanía de Dios). Es como si uno está enfermo de cáncer es porque es lo que Dios quiere y tenemos que aceptarlo. O, si Dios quiere sanar a esa persona lo hará y si no quiere entonces no lo hará. Pero, ¿por qué orar si Dios no responde a la oración? Si Dios va a hacer lo que sea que va a hacer entonces es como que él es el marionetista y nosotros somos sus marionetas.

Obviamente, si le damos un vistazo sincero a nuestro mundo veremos que hay muchas cosas que no están como Dios quiere. Los seres humanos se están peleando y matando, ¡hasta a veces en el nombre de Jesús! Nosotros y Dios tenemos un enemigo tenebroso que constantemente trata de robar, matar y destruir cualquier signo de la bondad de Dios (Juan 10:10). Su forma principal de hacer la maldad es de decir mentiras y acusaciones (Juan 8:44, Apocalipsis 12:10). Los ángeles están constantemente luchando en contra de demonios para poder extender el reino de Dios y ministrarles el amor de Dios a las personas (Salmo 91:11-12, 103:20; Daniel 10, Mateo 18:10; Hechos 12:15; Efesios 6:11-17; Hebreos 1:14).

Dios ha creado un mundo que permitió que Satanás y otros ángeles se rebelaran y se convirtieran en demonios y para que los humanos puedan elegir el mal, pero aun es soberano y está trabajando redentivamente a través de todas estas cosas, trayendo bien del mal. Las enfermedades y dolencias son malas. No lo hace feliz a Dios que usted o yo estemos afligidos de enfermedades, físicas o mentales, o estemos angustiados en una relación conflictiva con un ser amado. Dios no causa estas cosas. Vivimos en un mundo caído, ¡no vivimos más en el Huerto de Edén!

El Señor nos honra al darnos libre albedrío e influencia sobre los resultados de la historia humana. El oye nuestras oraciones por sanidad y todas nuestras oraciones por su intervención sobrenatural y él responde. Incluso, a veces, por lo menos en lo que podemos comprender, la Biblia nos muestra que el Señor cambia de idea en lo que pensaba hacer como respuesta a las oraciones humanas. La historia del rey Ezequías cuando fue sanado físicamente y su vida fue alargada es un ejemplo claro de esto. (2 Reyes 20:1-7. Véase también Éxodo 32:14; Jeremías 26:13, 19; Jonás 4:2; Amós 7:3, 6). También vemos que Jesús cambio de parecer. (Véase Juan 7:6-10 para un ejemplo).

¡Pero la Biblia dice que Dios no cambia de parecer! (Números 23:19, Malaquías 3:6). El punto esencial allí es que Dios nunca miente y su carácter y propósitos en general no cambian. Pero en otras decisiones el puede que cambie sus intenciones. Como dice Dallas Willard: “¡La faz de Dios no es una clavada de ojos cósmica sin pestañear! Dios es una Persona con personalidad y sentimientos y el interactúa en una relación real con nosotros en donde se deja ser influido (no controlado) por nosotros y nuestras oraciones.

Pero cuando oramos por algo, ¿no es que Dios ya sabía lo que iba a hacer igual? O quizás Dios a veces elije no saber lo que va a hacer en lo que nosotros experimentamos como el futuro. Sí, Dios es omnisciente, sabiendo todas las cosas, pero Dios también es omnipotente, capaz de hacer cualquier cosa, y a veces quizás elije no saber algo. Además, el es perfectamente amoroso y no sería amoroso de su parte controlarlo todo; ¡esa no es una relación real!

Fe formulaíca

Por el otro extremo del determinismo divino están los evangelistas “nómbrenlo y reclámenlo” que establecen nexos causales entre la fe humana y la sanidad de Dios. Si creo correctamente o digo la oración correcta Dios debe sanarme o responder a mi oración. Si Dios no sana es porque yo o usted no tuvimos “suficiente” fe. Esto es forzarlo a Dios, es reducir su Señorío soberano.

Una fe formulaíca pone demasiado énfasis en la responsabilidad humana. Convierte la fe en algo que nosotros iniciamos y producimos; hace que la fe sea una obra humana y la sanidad un premio por nuestra fe u oraciones. Nos enfocamos en nuestra actuación y en generar resultados por nuestra fe cuando deberíamos estar enfocados en Dios, adorándolo y confiando en él. La fe genuina siempre es una respuesta a lo que Dios está diciendo y haciendo. ¡No podemos tener una fe salvadora o sanadora o santificadora sin Dios! La fe es creer y poner nuestra confianza en Dios, su Persona, no algo que deseamos que él haga.

A veces un cristiano fiel está sufriendo, ora con fe por sanidad y recibe oraciones de fe por sanidad de los ancianos espirituales, con adoración a Dios y confianza en las promesas de la Biblia, con la imposición de manos y el aceite de la unción, pero igual no son sanados. No tiene sentido. Se siente mal. La persona enferma necesita mucha empatía y afirmación para su fe de Hebreos 11 de perseverar con Dios aun cuando sus oraciones no son contestadas.

Dios es Dios. A veces oramos y él interviene sobrenaturalmente de maneras que podemos ver y en otros momentos no lo hace, por lo menos por ahora. ¿Seguimos creyendo que Dios es bueno? ¿Lo seguimos amando y confiando en él? Mientras que esperamos que venga la sanidad que no ha llegado, ¿seguimos creyendo que Dios está haciendo otras cosas hermosas por nuestro bienestar y nuestra formación en Cristo? ¿Estamos aprendiendo a ver y a ser partícipes en lo que Dios está haciendo en el mundo espiritual que se interpenetra al mundo físico?

El ministerio de oración por sanidad de Cristo hoy día

Jesús comisionó a sus discípulos (los doce y los setenta y dos y a través de ellos a todos sus seguidores) a llevar a cabo el ministerio de sanidad (Lucas 9:1-5, 10:1-5). Nos dio su autoridad (exousia) y su poder (dunamis) para sanar a los enfermos (Mateo 10:1, 8; Marcos 16:16-18). En la iglesia primitiva era una ocurrencia común y corriente que los enfermos recibieran oración del tipo de fe como Elías de parte de un cristiano maduro—y no necesitaba ser de un profesional o experto, bastaba nomás con ser un anciano de la iglesia local (Santiago 5:13-18).

Estamos hablando de nuestros ministerios de sanidad física y sanidad emocional. Aprendemos sobre ambos a través del ministerio de Jesús de sanidad corporal. También aprendemos sobre el ministerio de sanidad por los apóstoles que vemos en el Libro de Hechos.

Aquí hay algunos principios y prácticas a considerar cuando les ofrecemos la oración de sanidad a otros. ¡Pero no mire a estos como una lista de requisitos! Estas son posibilidades que pueden ser útiles, dependiendo de las personas involucradas y el tipo de necesidad.

La meta del ministerio de sanidad

¡Quizás sea sorprendente para usted y para mí decir que la meta del ministerio de sanidad no es la sanidad!

“Papa Joe” Johnson dice que la meta principal del ministerio de sanidad es “proporcionar un lugar seguro donde la fe es alentada y esperamos que las personas sean sanadas mientras que a la misma vez se permite el dolor y el sufrimiento sin vergüenza El agrega que las personas que están físicamente enfermas o heridas emocionalmente son vulnerables y deben ser tratadas con gran respeto y ternura. En otras palabras, la persona es más importante que su sanidad.

En su libro Experimentando La Oración de Sanidad (Experiencing Healing Prayer), Rick Richardson escribe, “La sanidad se trata principalmente de la transformación de la persona a un seguidor, adorador, y amante de Dios más verdadero y entero (Edición 2005, página 27) Vemos esto hasta en el ministerio de Jesús. Obviamente, su ministerio de sanidad es una obra de compasión para el que sufre, pero aun más, sus sanidades son “actos que señalan y revelan a Dios” (Juan 3:1-2, MSG). A través de todo su evangelio, Juan llama los actos de sanidad de Jesús “señales Le dan gloria a Dios, revelan a Jesús como el Hijo de Dios y Salvador del pecado.

En resumen, Dios sana a las personas para fomentar el discipulado de Cristo, para formarlos más a la imagen bendita de su Hijo amado. ¡Este es un don para toda la eternidad y toda la creación!

Afirmar el valor de la medicina moderna

El ministerio de sanidad no debe ser practicado por separado de la medicina moderna. Toda verdad es verdad de Dios y todo lo bueno es bueno de Dios. Dios usa a los médicos, medicamentos, y todo tipo de personas que proporcionan cuidado y de tratamientos que ministran salud divina a la gente. El inspira a los científicos a descubrir nuevas curas. El da conocimiento, capacidad, y fortaleza sobrenaturales a los doctores y consejeros. Por supuesto que el cuidado médico, psicológico, y de otros tipos son más eficaces cuando también oramos para que Dios sobrenaturalmente intervenga. A veces Dios elije sanar sin la atención médica.

Practique la presencia sanadora de Dios

Rick Richardson ha estado involucrado en el ministerio de oración de sanidad por muchos años, al comienzo con Leanne Payne. El inició un ministerio de oración por sanidad en su iglesia hace muchos años. El comienza sus servicios de oración de sanidad con adoración y enseñanza bíblica, buscando inundar a todos con una sensación de la presencia amorosa de Dios. El dice que “practicar la presencia sanadora de Dios” facilita recibir el don de sanidad divina.

Cuando le ministra a un individuo el usa la misma estrategia, saturándolos en la presencia de la gracia de Dios. En La Divina Conspiración Dallas Willard llama a esto cautivando la mente con Dios. Rick describe como una mujer llamada Sharon experimentó sanidad emocional por un colapso relacional doloroso: “Cuando comenzó a probar y ver que el Señor es bueno, cobró las fuerzas para enfrentar su dolor y recibir la verdad y la sanidad. Más adelante experimentó una sanidad profunda en su alma y cobró la fuerza para tomar nuevas decisiones (Página 54)

En el Antiguo Testamento cuando los israelitas bajo el rey Josafat tuvieron que defenderse de sus enemigos pusieron a cantores que adoraban al Señor en el frente de batalla ¡y fueron victoriosos! (2 Crónicas 20:21) Cuando adoramos a Dios y proclamamos el nombre de Jesucristo los demonios huyen, el pecado es disuelto, y podemos ser reconfortados por la presencia amorosa de Dios.

Ministre en equipos

Cuando Cristo envió a sus discípulos a ministrar las buenas nuevas y sanar a los enfermos los envió de dos en dos. “Más valen dos que uno,” el hombre sabio de Eclesiastés dice. “Si uno de ellos se tropieza, el otro puede levantarlo. Y también, si dos se acuestan juntos, entran en calor” (4:9-11, TLA-Traducción en Lenguaje Actual).

Cuando ministramos con un amigo o como parte de un equipo no solo podemos apoyarnos entre todos, pero diferentes personas van a notar diferentes cosas y van a tener diferentes dones para compartir. Cuando un hombre y una mujer le ministran a alguien juntos, como Kristi y yo solemos hacerlo para Pastoreando Tu Alma, es especialmente eficaz. La combinación del aspecto masculino y femenino aportan una revelación más completa del carácter de Dios, como una madre amorosa y un padre cariñoso hacia su hijo.

Las sesión por la oración de sanidad

Cuando se reúne con alguien para orar por su sanidad hay algunos aspectos a considerar. Si la persona que necesita sanidad es receptiva y hay tiempo entonces quizá quiera incorporar algunos o todos los siguientes pasos para ministrarles la oración de sanidad.

Entreviste a la persona que necesita sanidad

Cuando oramos por alguien con una necesidad no deberíamos empezar de una vez y orar—debemos invitarlas a las personas a que nos compartan lo que les está pasando, cómo se sienten, y qué es lo que necesitan de parte de Dios. Tenemos que hacer una conexión. Hacerles preguntas. Escucharlos. Discernir que es lo más importante para ellos. La empatía es una forma de oración, o puede ser, especialmente si envía frases de oraciones silenciosas de vez en cuando al escuchar o simplemente tiene un corazón atento a Dios cuando esta ministrándole a alguien.

Jesús frecuentemente les hacía preguntas a las personas con las que interactuaba. En el evangelio de Juan las primeras palabras que Jesús dice son una pregunta: “¿Qué buscan?” (Juan 1:38). Marcos lo muestra a Jesús preguntándole al ciego Bartimeo, “¿Qué quieres que haga por ti?” ¿Porqué es que Jesús le preguntó eso? Sabía lo que Bartimeo quería—era un hombre ciego tirado al lado del camino molestando a todos ¡al estar pidiendo limosna constantemente! Todos lo ignoraban a Bartimeo, pero Jesús lo llamó. Le mostro cariño, y estableció una conexión. También lo estaba invitando a que tome un poco de responsabilidad personal e iniciativa para ser sanado. Jesús estaba cultivando la fe de Bartimeo.

Hay varias preguntas que podemos hacer además de la pregunta clave de Jesús arriba:

  • “¿Qué necesitan?”
  • “¿Qué está sintiendo con este problema?”
  • “¿Qué le ha dicho el doctor sobre esto?” (Averigüe detalles para saber como orar.)
  • “¿Cómo se siente sobre esto?”
  • “¿Cuándo comenzó?
  • “¿Qué estaba sucediendo en su vida en ese momento?”(Quizás una reacción de estrés es parte del problema.)
  • “¿Ha orado por esto, y si lo ha hecho, cual ha sido su experiencia?”
  • “¿Lo ha dirigido Dios a alguna Escritura en particular o le ha dado algún nuevo conocimiento sobre esto?”
  • “¿Cómo se siente si yo oro para que usted sea sanado?” (Aprenderá a acercarse a la oración de la forma que la persona pueda recibir mejor. O a veces no es apropiado orar por la sanidad.)

Estas preguntas sirven solo como ejemplos. Dependiendo de la situación puede hacer algunas de estas preguntas u otras parecidas.

Discierna la mejor estrategia de oración

En el libro Sanidad (Healing) de Francis MacNutt el identifica cuatro estrategias básicas de la oración de sanidad que difieren dependiendo de la necesidad. El discernimiento es clave. Los ministros de oración deben oírlo a Dios al oír a las personas. Mucho antes de la entrevista deben ser estudiantes de las personas y sus dolores y problemas, y de la Biblia y la psicología, para que tengan algunas ideas de lo que están buscando.

¿Tiene que ver la enfermedad o disfunción con el espíritu de la persona, su corazón y emociones, su cuerpo, o está siendo acosado por un demonio? Los tipos de oración difieren. Si el problema es pecado en el espíritu entonces el arrepentimiento es necesario. Si el corazón ha sido herido entonces la sanidad interior es la necesidad. Si hay enfermedad física o dolencia entonces una oración de fe por sanidad es lo adecuado. Si la persona esta luchando contra demonios (plagado por las mentiras de Satanás u oprimido) entonces el ministerio de liberación es la estrategia.

Pídale a la persona que necesita ayuda o sanidad que actúe con fe en Cristo

Antes de sanar a las personas, Jesús solía pedirles que hagan algo. Con el ciego que pedía limosna afuera del templo, Jesús escupió en la tierra, hizo un poco de barro, y se lo untó en los ojos al ciego. ¡El hombre podría haberle dicho a Jesús que lo dejara en paz! Pero puso su confianza en él. Entonces Jesús le dijo que se levante y vaya al estanque de Siloé, baje los escalones, y se lave el barro de los ojos. Le podría haber dicho, “No puedo. Soy ciego. Pero lo hizo. (Juan 9:1-7)

Fue todavía más dramático en los casos del hombre en la sinagoga con la mano paralizada y el paralítico por el estanque de la Puerta de las Ovejas. Jesús les pidió que hagan cosas que físicamente no podían hacer por su propio esfuerzo y le creyeron a Jesús ¡y lo hicieron con el poder de Dios! (Marcos 3:1-5; Juan 5:1-8)

Probablemente no vamos a ser dirigidos por Dios a pedirles a las personas que hagan cosas físicamente imposibles para poder ser sanados. Por otro lado, en mi vida de arriesgarme con Dios a orar por familiares o amigos y en nuestro propio ministerio de Pastoreando Tu Alma para pastores y líderes he aprendido a hacer muchas cosas que no sé como hacer. Yo estoy a la escucha de la palabra de Dios, tomo el paso confiando que Dios va a actuar y me va a mostrar que hacer, y después observo para ver ¡las cosas grandes que él hará! Me sigue sorprendiendo y deleitando!

En el ministerio de la oración podemos pedirles a las personas que hagan cosas sencillas para ejercitar su fe y ayudarles a recibir de parte de Dios. Meditar en una Escritura. Seguir dándole gracias a Dios. Abrir las manos hacia Dios al orar por ellos. Arrodillarse delante del altar al lado nuestro al orar juntos. Ayunar y orar. Imaginarse a ellos mismos dentro de un recuerdo doloroso, decirle a Dios como se sienten allí, y pedirle a Cristo que se revele. He hecho todas estas cosas en mi ministerio de oración a otros y he visto un gran impacto.

Ministre la oración de sanidad en formas tangibles

Es muy interesante que cuando uno mira a todos los recursos y métodos que Jesús usaba para sanar a las personas, ¡no podemos elegir una estrategia favorita para la sanidad! Cada vez usa otra forma diferente. Aparentemente, lo que dice y hace para ministrar la sanidad tangiblemente depende de la persona y la situación. Usa pan, saliva, barro, agua, el borde de su manto, y varias órdenes de acción inmediata para hacer sus milagros. A veces sana o libera a las personas en público y otras veces los lleva afuera del pueblo o detrás de la puerta cerrada dentro de una casa. Normalmente no ora en voz alta por un milagro, pero a veces lo hace.

En la Biblia y a través de la historia Dios ha ministrado sanidad a través de cuerpos de personas y a través de objetos comunes hechos sagrados, como el aceite de unción, el pan y vino de comunión, o el agua de bautismo. El punto de esto es que nos ayuda a recibir una bendición de Dios si oramos con otra persona y hacemos algo como comer el cuerpo y la sangre de Cristo, alzar nuestras manos en adoración a Dios, arrodillarnos en oración delante de un altar, mirar a un crucifijo o un cuadro del evangelio, memorizar una Escritura, declarar por fe en voz alta, o ¡saltar de gozo!

La imposición de manos es un ministerio bíblico especial que acompaña la oración. Papa Joe ha estudiado esto y dice que en la Biblia la imposición de manos se realiza para la sanidad (Marcos 16:17-18; Hechos 14:3, 28:8-9), bendición (Gen. 48:14-16; Lev. 9:22-24; Lucas 24:50-53), ser lleno del Espíritu Santo (Hechos 8:5-17, 19:1-6), recibir un don espiritual (1 Tim. 4:14; 2 Tim. 1:6), y comisionar para el ministerio especial (Hechos 13:3). Ungir con aceite está asociado con la imposición de manos y proporciona otro conducto sensible para el ministerio del Espíritu Santo (Santiago 5:14).

Tenemos que pedir permiso para tocar a las personas, especialmente con el sexo opuesto y cualquiera que sea sensible al tacto, quizás porque hayan sido abusados o no han sido abrazados mucho y los hace sentirse incómodos.

Puede ser eficaz tocar la parte del cuerpo que necesita oración especial, pero si esta parte está cerca del pecho o los genitales, del estómago, u otra parte sensible entonces debería pedirle a la persona sí ellos podrían poner su propia mano allí y entonces permitirle que usted ponga su mano sobre la de ellos. O quizás el/la esposo/a de la persona es parte de la oración y ellos pueden poner su mano allí y entonces pone la mano suya sobre la de ellos. O nomás puede orar en voz alta, permitiendo que la mano de la persona o la de su esposo/a sea sirva como su representante.

Ore con fe

Jesús dijo, “No tienen porque no lo han pedido. Pidan y sigan pidiendo…¡A vuestro Padre celestial le encanta darles sus mejores regalos!” (Mateo 7:7, parafraseo).

No se preocupe si su oración será contestada o no—¡ese es asunto de Dios y no suyo! Al escuchar, discierna las cosas buenas que Dios quiere hacer. Dios sabe todas las cosas, es todopoderoso, siempre presente, y perfectamente amoroso. Arriésguese y pídale a Dios que haga algo hermoso. John Wimber enseñaba que en el ministerio de sanidad “¡A todos les toca jugar!” ¡Deje que esto sea una aventura para descubrir lo que Dios hará!

Las personas siempre se sienten amadas ¡cuando ora por ellos con una fe llena de confianza y amor! Nomás en el último par de años he tomado la iniciativa de ir y orar por dos vecinos con cáncer avanzado y los dos han sido sanados a través de una combinación de oración y tratamiento médico. Los dos estaban tan agradecidos y me comentaron que nadie había orado por ellos de esta manera. Yo nomás estaba haciendo lo mejor que podía para amar a mi prójimo y orar por ellos como a mí me gustaría que oraran por mí si yo estuviera en su situación.

Ore con autoridad

Cuando le pide a Dios que sane, guíe, o que intervenga sobrenaturalmente de alguna otra manera no ande rogando, titubeando, o sea débil en su petición—¡sea valiente! ¡Dios le ha dado autoridad para sanar a los enfermos y echar fuera demonios en su nombre! (Mateo 10:1, Marcos 16:15-20, Lucas 10:9, Hechos 3:6, Santiago 5:14-16) Cuando está enfermo o tiene alguna dolencia no quiere que alguien ore, “Por favor Señor, si es tu voluntad sana a mi amigo.” ¡Quiere una oración de fe en el amor y poder de Dios para ayudarlo!

Cuando Jesús y los apóstoles oraban por sanidad normalmente lo ordenaban. Papa Joe dice, “¡Jesús les ordenó a los ojos ciegos a ver, a los oídos sordos a oír, a los muertos a vivir, y a los paralíticos a caminar! El poder y la autoridad del Señor están presentes con nosotros para sanar como lo estuvieron con Jesús (Lucas 5:17, 9:1, 10:1; Juan 14:12).”

Tenga confianza en Dios (que él hará lo que es bueno), sea valiente, y optimista cuando ore por otros. Exprese esperanza y fe en que Dios está preparado y listo para cuidar de la salud de su amigo (o de la suya) y utilizar la situación para formarlo a usted y a otros para que sean más como Jesús.

Santiago enseña, “Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes.” (4:7-8) Después como parte de sus instrucciones para los enfermos de buscar el ministerio de oración de un anciano el dice, “La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará.” (5:15)

La oración verbal

En el ministerio de oración estamos “intercediendo” o “estamos en la brecha” para conectar a la persona necesitada con el buen Señor. En oración simplemente le habla a Dios de cómo se siente la persona y lo que necesita, usando el nombre de la persona. Entonces comunica la palabra de amor de Dios para la persona en su oración al orar por lo bueno que cree que Dios quiere hacer por él o ella.

Papa Joe dice que una forma de comenzar es simplemente orando de esta manera… “Padre, te agradezco por tu amor por mi amigo _______. Manifiesta tu presencia Espíritu Santo y muéstranos como orar y ministrar el amor del Padre y la sanidad… Te bendigo, ________, mi amigo con paz, sanidad, amor, etc… Te agradezco querido Padre por la sanidad que estás haciendo en el precioso y poderoso nombre de Jesucristo.”

Visualice la sanidad

Agnes Sanford en su libro clásico La Luz Sanadora (The Healing Light) nos enseña a visualizar la luz sanadora de Cristo enfocándose en la parte específica del cuerpo que necesita sanidad. Similarmente, Rick Richardson, siguiendo el modelo de Leanne Payne, enfatiza la importancia de usar nuestras facultades imaginativas para ver lo bueno y amoroso que Dios quiere hacer. Nos urge a no limitar nuestra fe al reino de la razón. Por supuesto, ¡use el juicio de su cerebro izquierdo! Pero también use sus facultades intuitivas y relacionales del cerebro derecho.

Noto que es importante y poderoso usar las Escrituras para guiar mi imaginación. Personalmente y en mi ministerio de oración a otros, normalmente uso historias de Jesús sanando a alguien o una imagen de los salmos. Esto puede ser algo simple como imaginar que la mano del Señor se extiende desde los cielos para acudir a nuestra ayuda, lo cual vemos que es una meditación visual común del salmista (17:7, 18:35, 60:5, 89:21, 98:1, 104:28, 108:6, 119:73, 123:2, 136:12, 139:10, 144:7, 145:16). Al agregar la mano sanadora de Jesús en los evangelios añadimos una gran fuente de poder a esta oración.

Espere calladamente en el Señor

Dependiendo de la persona y su necesidad particular de oración, quizás quiera que haya un poco de oración silenciosa para poder oírlo a Dios y sentir sus movimientos. La oración silenciosa es fundamental como parte del ministerio de oración de sanidad y suele ser útil como parte de la oración por la sanidad física. Si la persona por la que estoy orando desconoce la oración silenciosa, sencillamente le digo algo como, “Vamos a esperar callados delante del Señor a ver si sentimos que nos revela un pensamiento o impresión.”

Busque las manifestaciones del Espíritu Santo

Joe Johnson dice que cuando oramos por las personas (verbalmente y si espera en silencio después) que nos paremos delante de ellos con los ojos abiertos. Mire para ver si nota algún movimiento del Espíritu Santo en el cuerpo de la persona. Quizás vea risa, lágrimas, brillo en el rostro, calor en alguna parte del cuerpo, sudor, el cuerpo temblando, los párpados temblando, o “reposo en el Espíritu” (caer bajo el poder del Espíritu, ¡pero no empujados!)

Quizás usted sienta una de estas cosas en su propio cuerpo como señal de la presencia sanadora de Jesús. Papa Joe siente calor en sus manos—¡y yo lo he sentido también cuando él ora por mí! Suelo sentir ardor en mi corazón, como el “ardor de Jesús” que los discípulos en el camino a Emaús experimentaron cuando el Cristo resucitado habló con ellos sin que ellos se dieran cuenta de que era él. A veces cuando estoy orando por las personas o hablando delante de un grupo siento un calorcito dulce en la nuca y los hombros. Rick Richardson dice que con frecuencia siente dolor simpático por la persona con necesidad que está buscando el ministerio de oración, ¡y esto es antes de que le digan lo que les duele! Y entonces el experimenta el poder sanador de Dios fluyendo a través de él.

Reciba las palabras especiales de Dios

En la oración de sanidad Dios quizás hable. Pablo llama a esto “palabra de conocimiento”(1 Cor. 12:8), pero no piense que esto es necesariamente algo súper místico. Normalmente cuando Dios habla es un susurro; es la voz suave que Elías escuchó en la cueva (1 Reyes 19:11-13). Simplemente nos da un pensamiento, impresión, o imagen mental. Quizás es un conocimiento que necesitábamos o una pregunta para hacer. Quizás lo vemos a Jesús en ese recuerdo doloroso. O de la nada el Espíritu Santo nos recuerda una Escritura que encaja con la necesidad perfectamente. O sentimos que debemos hablar sin saber exactamente lo que vamos a decir, ¡y Dios parece formar las palabras en nuestra boca!

Si es un movimiento auténtico del Espíritu Santo entonces probablemente será una sorpresa. Seguramente, va a llegar con una gran paz y una confianza tranquila, aun cuando se trata de algo muy difícil. Y seguramente el fruto será bueno.

No es necesario que alguna de estas señales del mover del Espíritu se manifiesten en el ministerio de oración, pero por supuesto es alentador. Lo que importa es ofrecer oraciones de compasión, guiados por la Escritura, y en el nombre (actitud y carácter) de Jesús.

Después de la oración continúe con su entrevista

En realidad, al orar de la forma que le estoy describiendo no ha parado de entrevistar. Observar lo que Dios está haciendo en el cuerpo de la persona y escucharlo a Dios personalmente son parte de la entrevista. Pero una vez que siente que Dios ha hecho algo o ha habido un período lo suficientemente largo de esperar en Dios o quizás la persona parece sentirse incómoda con el silencio, entonces es bueno ver como anda la persona. Tal vez le diga, “¿Qué esta sintiendo?” O “¿Qué está experimentando durante este tiempo de oración?

Dependiendo de la respuesta, quizás usted vuelva a orar por sanidad. A veces Jesús ministraba sanidad en etapas; el modeló “sanidad en proceso”. En otras palabras, ¡hasta las intervenciones de sanidad de Jesús no siempre ocurrieron inmediatamente! De hecho, a veces no podía sanar a las personas porque no confiaban en el, no le tenían confianza a él o a Dios (Mateo 13:58).

Con el ciego en Betsaida lo llevó de la mano afuera del pueblo para ministrarle sanidad al ponerle barro en los párpados. Entonces le preguntó, “¿Puedes ver algo ahora?” El hombre alzó los ojos y dijo: “Veo gente; parecen árboles que caminan.” Marcos dice, “Entonces le puso de nuevo las manos sobre los ojos, y el ciego fue curado: recobró la vista y comenzó a ver todo con claridad.” (Marcos 8:22-26)

Cuando ora por alguien para que experimente el amor sanador de Dios en una memoria dolorosa u otra herida emocional o lucha, recibir esa sanidad es normalmente un proceso que toma tiempo. Es una obra sobrenatural del Espíritu cuando Dios toca una herida emocional y quizás haiga consuelo y un cambio instantáneo en la persona, pero la personalidad entera no será instantáneamente transformada. La sanidad interior se encuentra en el reino de la santificación o el ser más como Jesús en nuestro carácter y eso requiere el desarrollo de la fe y obediencia a través del tiempo. Es una travesía.

Consejería después de la oración

Agnes Sanford enseñaba que una vez que oramos con fe por sanidad debemos mantenernos en esa oración al visualizarla. Dijo que a este punto en vez de seguir pidiéndole a Dios por sanidad, mejor es agradecerle por ello porque ya lo hemos pedido con fe. Cuando seguimos dándole gracias a Dios por su sanidad y ayuda, por su cariño y bondad amorosa, nos ayuda a permanecer abiertos a la obra del Espíritu Santo y nos mantiene en una mentalidad positiva y fiel.

Agradeciéndole a Dios por una sanidad que no ha sido visiblemente manifestada todavía no es negar que quizás Dios no sane. Ciertamente no está uno poniendo una expectativa sobre Dios que tiene que sanar. Es estar agradecido con Dios porque él ha escuchado nuestra oración y de veras está haciendo algo hermoso y maravilloso que todavía no hemos visto. Esta es una parte importante de la guerra espiritual para resistir los contraataques de Satanás.

Adicionalmente, es útil para la persona que recibe la oración meditar en las Escrituras que tienen que ver con su necesidad. Quizás Dios lo guiará a un pasaje alentador para compartir.

Debe ser re-enfatizado que en situaciones médicas el que recibe la oración debe continuar el tratamiento o buscar una segunda opinión de otro doctor cualificado. Esto es cierto para otras necesidades de salud, como con alguien que sufre de un trastorno mental y necesita atención psicológica.

Aprender de las “fallas” y realizar nuevos experimentos

Como lo hemos dicho, a veces Dios no sana, no abre la puerta que estamos tocando, o no suple de alguna otra forma en la cual estamos necesitando ayuda. Parece ser que nuestras oraciones han fallado. No deberíamos estar avergonzados o sentirnos como que tenemos “mala fe”. Cuando oramos con amor por alguien necesitado siempre es algo bueno y un acto de fe.

Pero puede haber algo que podemos aprender de nuestra experiencia. Agnes Sanford dice que deberíamos acercarnos a la oración como un buen científico: realizamos un experimento y vemos cuales son los resultados. Después intentamos otro experimento y vemos cuales son los resultados esta vez. Siempre fijamos nuestra mirada en Dios y seguimos ofreciéndonos para ser formados a ser más como Jesús y para ser usados en su servicio de ministrar a los quebrantados y los que sufren y a los que están necesitados.

En otras palabras, debemos practicar la oración por la intervención sobrenatural de Dios. Como cualquier otra cosa que estamos aprendiendo, deberíamos empezar de a poco. Ore que Dios le ayude a encontrar sus llaves perdidas. Ore por la sanidad de los dolores de cabeza. Cuando usted o un ser querido tienen dolor muscular en la espalda o en alguna otra parte del cuerpo ore que Dios le dé conocimiento de porqué le duele y que es lo que puede hacer para que se sane. Cuando alguien tiene una necesidad especial pregunte, “¿Puedo orar por usted ahora?” Solo una vez recuerdo que alguien me haya contestado que no cuando le hice esa pregunta.

Ministrarles la oración a otros es parte de nuestro discipulado permanente de Cristo. Estamos aprendiendo como colaborar con el poder y los dones sobrenaturales de Dios y como dice Pablo vamos a hacerlo imperfectamente (1 Cor. 13:12).

La persona que recibe la oración necesita aprender esto también. Por ejemplo, les he sugerido a las personas con enfermedades que lean el libro que inspira fe en la sanidad de Agnes Sanford, La Luz Sanadora (The Healing Light).

* Joe Johnson es un amigo y Asociado de Pastoreando Tu Alma. Es un pastor luterano y el fundador de Heart of the Father Ministries (Ministerios Corazón del Padre). Este artículo reúne detalles de su curso de seminario sobre “Sanidad Interior”. Su curso está basado en las décadas de su propio ministerio de sanidad y lo que ha aprendido de otros ministros de sanidad como Francis MacNutt, John Wimber, Ken Blue, y Jack Deere.

2 respuestas a “Orando por la sanidad física o emocional

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