Recientemente hablé sobre la oración y la meditación para 350 personas que luchan con adicciones (por ejemplo, personas que luchan con el abuso del alcohol, adicción a las drogas, el comportamiento sexual compulsivo, trastornos de la alimentación, y la codependencia). La conferencia también incluyo docenas de líderes del ministerio que están sirviendo a Cristo a través de ministrar a los necesitados en grupos de recuperación de doce Paso. Hable con ellos acerca de la oración y la meditación.

Este tema es para todos los que tratan de seguir a Cristo. Todos somos “pecadores en recuperación.” Tenemos diferentes pecados con los que hemos luchado pero para todos nosotros parte de la disciplina de Jesús es la superación de nuestros hábitos pecaminosos.

Los pasos 11 de los 12 Pasos de Recuperación dice: “Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos a Dios, pidiéndole solamente conocer la voluntad de Dios para nosotros y la fortaleza para cumplirla.”

Superando la distracción y la inquietude

La mayoría de las personas que luchan con dicción, ansiedad o depresión van a decir algo así como: “¡Soy demasiado distraído para orar y meditar!”

Mi respuesta es: “En realidad sabes cómo meditar. Eres bastante bueno en ello. Cada vez que usted se preocupe está meditando. Cuando usted está anticipando la siguiente bebida o la lujuria le llego estás meditando”.

Eso es lo que la oración y la meditación son. Usted está poniendo su mente en algo y llevándolo a su corazón. En lugar de enfocar sus pensamientos en sus temores y otros problemas ponga su mente en Jesús. En lugar de obsesionarse con una copa de vino Tendras sed de agua viva de Dios.

Meditación Bíblica no es el Nirvana

En la meditación budista o de la Nueva Era ve la meditación como la idea de experimentar un desprendimiento dichoso de la realidad, para entrar en la nada, para eliminar todas las distinciones entre usted y otras personas o cosas, al estar libre de pasiones y de contenido con este desapego.

La forma en que los seguidores de Cristo ven la oración y la meditación es muy diferente. También tenemos que liberarnos de nuestras preocupaciones y compulsiones, pero nos ocupamos de esto de una manera opuesta. En vez de desatar en el vacío que atribuimos a Dios que nos ama. ¡Meditamos con el fin de experimentar un compromiso profundo y apasionado con Jesús Cristo! No ponemos nuestra mente en nada, que pensamos acerca de Jesús. No hay nadie y no hay cosa más bella y hermosa, más estimulante y útil, para pensar que el Señor Jesucristo.

Siempre Jesús está a nuestra disposición. Incluso ahora se puede hacer una pausa para ver la sonrisa de Jesús sobre ti … O sus brazos abiertos para ti … O puede imaginarse a sí mismo con su Buen Pastor en el Salmo 23 …

¡Cuando meditas en Jesús la paz del cielo comienza a experimentar! ¡ sabe no está solo! ¡Ya sabes que eres amado! ¡Y ya está listo para compartir el amor de Cristo con las personas dentro de su alcance!

La oración y la meditación de la Palabra de Dios

Para liberar nuestra mente de las conductas adictivas y obsesiones negativos, ponemos nuestras mentes en Jesús, podemos usar las Escrituras. Pero tenemos que tener cuidado de no hacer mal uso de la Escritura para evitar el trato con nuestro pecado o lucha personal! En su lugar podemos utilizar un salmo u otro pasaje que nos ayuda a confesar nuestros pecados o para expresar las emociones o necesidades personales insatisfechas que subyacen en nuestra conducta problemática. Podríamos entonces escribir o orar nuestro propio salmo a Dios o compartir lo que está pasando dentro de nosotros con un amigo del alma.

La otra manera que la Palabra de Dios nos puede sacar de patrones negativos de pensamiento y acción es meditando. Para meditar en la Escritura no es lo mismo que el estudio de ella, aunque eso es una cosa importante que hacer también. La meditación es más lenta y profunda. Es una saturación. Se parece más a la oración las Escrituras. No analizamos el paso lo más que simplemente entra en ella para experimentar la presencia de Dios y escuchar su voz hablada en nuestras vidas personales.

 

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