Seamos realistas: estamos distraídos. Nos ocupamos de muchas cosas. Nos perdemos en nuestros trabajos y proyectos. Nos entretenemos con los medios de comunicación o lo que sea. Nos dejamos llevar por la marea de lo que la gente quiere de nosotros.

Y tal vez la mayor parte de lo que hacemos es bueno, pero aun así estamos distraídos.

Lo bueno es enemigo de lo mejor y como dijo Jesús a Marta que estaba ocupado y distraído con el trabajo de la cocina, “Sólo se necesita una cosa” (Lucas 10:42). Lo único que se necesita es sentarse a los pies de Jesús como lo hizo María. Siempre lo mejor para nosotros para hacer es adorar al Señor y escucharle.

Nos distraemos

¿Por qué estamos tan distraídos? ¿Por qué dejamos que las cosas buenas nos alejan de las mejores?

Porque lo primero que sentimos al sentarnos a los pies de Jesús es un vacío. En lo profundo de nuestras almas hay un vacío que no nos queremos sentir. Es como cierto descontento o inquietud. Podemos describirlo como sentirse no amado o insignificante.

No nos gusta experimentar ese vacío por eso desviamos nuestra atención lejos de él. Nos mantenemos ocupados. Nos mantenemos estimulados con el ruido. Mantenemos nuestras mentes ocupadas.

Sedientos de Dios

El salmista vuelve continuamente a sentarse a los pies del Señor en oración. Por ejemplo, en el Salmo 143 David siente este vacío interior y la describe como un pozo oscuro, un lugar donde el rostro del Señor está oculto para él. Él ora al Señor: “Yo extendí mis manos hacia ti; mi alma tiene sed de como la tierra sedienta. Selah “(Salmo 143: 6).

Se sienta en la oscuridad y espera por la mañana para recibir una palabra de amor inagotable de Dios. Siente el vacío interior y eleva su alma al Señor. Él anhela la misericordia del Señor y él clama a ver su rostro. Él sabe que su alma sin Dios es una tierra reseca y por eso no se deja   desviar, conoce su sed por el Señor y el agua viva que sólo vienen de él.

¿Qué significa sentarse a los pies del Señor para escucharle y adorarle? Ciertamente que significa reunirse con otros seguidores de Cristo para orar o para reservar un tiempo tranquilo para meditar en las Escrituras y compartir nuestro corazón con el Señor. Pero la razón de comunión y tranquilidad es avivar un fuego en nuestro corazón para Dios y mantenerlo ardiendo mientras seguimos con la vida diaria.

No tengo ninguna duda de que Martha aprendió a adorar al Señor, mientras que ella hacia su trabajo en la cocina. Nosotros también podemos hasta llenar el espacio vacío en nuestras almas con Jesús, hasta que se convierte en un santuario lleno de su presencia.

Trate de orar con las manos alzadas

Trate de usar las manos para ayudarle a ofrecer la oración de David en el Salmo 143 Imagine su alma reseca en tierra del desierto. Extienda sus manos, las palmas hacia arriba, delante del Señor. Espera en él, preparado para recibir lo que él tiene para ti. Luego ore:

Oh Señor, extiendo mis manos hacia ti /

Mi alma tiene sed de ti como tierra sedienta…

Selah. (Salmo 143: 6)

Trate de Orar con su respiración

Puedo intentarlo como una oración de aliento para ayudarle a relajarse, para meditar profundamente sobre la palabra de Dios y contemplar la presencia de Cristo dentro de ti. Practique la respiración dentro y fuera, lenta y profundamente. Haga su patrón de respiración como una oración de anhelo de Dios, recibiendo de él, y dejando de lado las cosas que te distraen.

Entonces al orar la primera línea de arriba, espere para respirar, se siente a sí mismo como un anhelo de tierra reseca por la lluvia del Espíritu de Dios. Al orar la segunda línea, respirar en el amor de Dios refrescante. Al exhalar la palabra “Selah” dejar ir de las cosas que lo están estresando o que preocupan a usted, porque lo único que necesita es Jesús.

Si se pone suficiente tiempo en la práctica de la respiración una oración Escritura sencilla podrás formar un hábito de su corazón. Te encontrarás orando oraciones de aliento sin ni siquiera pensarlo. Esto nos ayuda a mantener nuestras mentes y corazones dedicados a Dios.

Más Pastoreo a su alma

“Persiguiendo a un conejo” da más explicaciones sobre por qué nos distraemos y cómo podemos invitar a Dios a los lugares vacíos en nuestra alma.

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