Creemos que nuestro corazón es solo nuestros sentimientos. Así contrastamos nuestra cabeza y corazón para diferenciar el pensamiento y el sentimiento.
Pero en la comprensión bíblica de nuestro corazón es nuestra voluntad, nuestra capacidad de elección, el centro de nuestro ser que es nuestra orientación para la vida. Nuestro corazón es nuestro espíritu que anima nuestra personalidad; es la fuente de nuestra iniciativa y vitalidad. (En el Salmo 51 “corazón”, “será” y “espíritu” se utilizan para referirse a esencialmente el mismo aspecto de nuestra persona.)
Si las emociones son el centro de nuestro ser y son lo que guía nuestra vida, en vez de nuestra voluntad centrada en Dios, ¡entonces estamos en problemas! Por supuesto esto es ser inseguro, impulsivo, y donde el pecado me destruirá. Es donde muchos de nosotros nos encontramos. No me mal entienda:. La capacidad de tener emociones es un don de Dios y que siempre es bueno estar al tanto de nuestras emociones, pero cuando dirigen nuestras vidas la arruinaran.
El estar dominado por la emoción es la razón de la conducta compulsiva que es tan creciente entre nosotros. Es por eso que en los conflictos de enojo en nuestras relaciones se intensifican tan rápido. Es por eso que andamos tan de prisa por los caminos de la vida. Es por eso que gastamos el dinero que no tenemos. Es por eso que escondemos en el miedo. Es por eso que se hunde nuestra cabeza en el desaliento y nos aislamos en vergüenza. Es por eso que no amamos a la persona cerca de nosotros.
¡O vivir con un corazón hecho a nuevo! Centrado en Dios. Auténtico. Libre para responder a la iniciativa amorosa de Dios.
La Biblia llama a David un “un hombre conforme al corazón de Dios” porque él eligió a Dios. Siguió con su corazón a Dios. Él no actuó fuera de sus emociones, en lugar de eso les encomendó a Dios. Fue a Dios que lloró, tembló, se quejaba, hacía estragos, y confesó su pecado. Fue por Dios que él esperó y esperó. Era sólo por Dios que él anhelaba. Y cuando a David le faltaba la bendición de Dios y no podía sentir su amor todavía David eligió a amar y adorar a su Señor , tan sólo porque él es bueno y bello.
Nosotros también podemos madurar para tener un corazón para Dios como David, si oramos de la manera que él oró. Orar los Salmos es un inicio a ser honestos con Dios y con el fundamento de su Palabra. Una forma de orar un salmo (o cualquier pasaje de la Escritura) es parafrasear o aplicarlo con palabras frescas, personales. Hice esto con el Salmo 51, una de las más importantes oraciones del corazón de David: la oración en la que confesó su pecado al Señor y clamo por su misericordia.
Esta es una oración que tenemos a la mano para cuando nos tropezamos en el pecado:
¡Ten misericordia! ¡Ten piedad de mí, oh Dios Todopoderoso!
Llamo a su amor incondicional que nunca falla;
Perdona mi pecado a causa de su enorme compasión.
Lavar toda mi maldad y limpiame.~
Todos mis pecados son contra ti, mi Señor –
Una vez más yo no confíe en ti, me di la vuelta y hice mal.
Eres el único santo y sólo tú me puedes limpiar;
Por favor, ¡devuélveme el gozo otra vez!
Formar mi corazón que se dedique sólo a ti, oh Dios,
Y revive mi espíritu para ser firmes en amarte.
Recuérdame continuamente que estoy en tu presencia;
¡O que tu Espíritu Santo prospere en mí para siempre!
Restaurar mi alma con el gozo de tu misericordia
Y fortalecer mi voluntad para buscarte continuamente.
Mi voluntad dividida y distraída es todo lo que tengo que darte;
Así que vengo con mi corazón roto, humilde y condenado.
Oh Dios, por tu misericordia no me rechaces;
¡Su sonrisa y su abrazo es todo para mí!
Mi corazón renovado da alabanza a ti para que todos oigan
¡Oh Señor, esta es la ofrenda que le trae placer!
(Salmo 51: 1-2, 4, 7-8, 10-12, 17-19, parafraseado).
Éstos son algunos más de mis oraciones de Salmos que te pueden ayudar a desarrollar un corazón para Dios como David lo tenía.
La Lectio Divina es una antigua forma de meditar sobre un texto de la Biblia. Es una delicia probarlo.